La noche esta agitada. La banda en un su esplendor toca sin parar y el publico demuestra su entusiasmo en cada canción, el alcohol ayuda un poco más. El grupo del momento y los fans del momento logran el climax de su química. Una buena parte del público femenino trata de estar bien adelante y no perderse ningún detalle. Cantan, gritan, se agitan en sus jeans ajustados, polleras cortas, escotes profundos y hombros al descubierto.
La ultima canción, saludo final. “¡Una más…!” pero el show ya ha terminado. La banda baja del escenario con aires de grandeza porque saben que lo lograron una vez más, en nombre del Rock & Roll aunque lo están destruyendo. Esa noche son los mejores que existen y nadie puede decir lo contrario.
Rápidamente varios grupos de jovencitas hiper excitadas corren a tratar de alcanzar a sus ídolos hasta pegar sus narices al enrejado donde solo pueden pasar organizadores y personas con credencial de prensa. Gritan los nombres de cualquiera de los miembros del grupo, cualquiera que se acerque esta bien. Y así cualquiera con la cabeza más alta que nunca se aproxima hacia ellas. “Los seguimos desde siempre”, con cara tierna y una entrega total de cuerpo y alma. Saludo, beso, si es posible abrazo, autógrafo y “¡Por favor! ¿Te sacas una foto conmigo?”. Clic y una imagen que va a durar toda la vida. Quizás para un año después la banda no exista mas y solo quedará el recuerdo de haber plasmado en una foto el cruce con su ídolo de ese día. Ahora la foto vale oro y eso es lo que importa.
Luego de socializar con el ídolo, algunas se vuelven a casa con su foto, otras, las de escotes profundos, logran atravesar el enrejado y obtienen la victoria. Solo queda una cosa más para hacer la noche perfecta. El backstage se llena de ansiedad. Ya lograron conocer a todos los miembros de la banda. Alcohol y otras yerbas y manos cada vez más inquietas. Todos obtienen lo que querían. La fama y la adoración. La foto y el polvo.
13 de enero de 2008
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