miércoles, 29 de diciembre de 2010

Eramos unos niños de Patti Smith

“Fue el verano en que murió Coltrane… Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China hizo detonar la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterrey… Fue el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida: fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe”.

Con una carrera de más de 30 años, Patti Smith ha demostrado ser uno de los seres más fascinantes del mundo. Desde su debut con el disco Horses en el año 1975, y con el ex Velvet Underground, John Cale, en la producción, se posicionó en un lugar privilegiado en el mundo de la música, como una de las pioneras del punk de finales de los ’70, convirtiéndose además en uno de los principales referentes del rock indie de Nueva York. La portada de ese disco presenta a esa Patti tan especial, y quizás esa foto no la hubiese llegado a retratar tan bien sino fuese por el ojo de Robert Mapplethorpe al otro lado del lente.
En el reciente libro autobiográfico de Patti titulado “Éramos unos niños” (Just Kids), editado por el sello Lumen en nuestro país, se puede adentrar en la vida de una Patti que con apenas 20 años dejó su Filadelfia natal para llegar a Nueva York, con poco dinero y muchos sueños para cumplir. Era finales de los ’60 y en el medio de un nuevo mundo que emergía, la gracia del destino hizo que Patti encontrara a Robert. Y que Robert encontrara a Patti. Y que se tomaran de la mano
y nunca más volvieran a soltarse. El libro explora la especial relación entre los dos artistas; Patti relata con hermosas palabras el amor que la unió al fotógrafo, amigo, amante y compañero de la vida en buenos y muy malos momentos. Una profunda amistad que se mantuvo firme, incluso cuando ambos comenzaron a tomar sus propios caminos, hasta que la muerte los separó el 9 de marzo de 1989 luego de una larga lucha de Mapplethorpe contra el HIV.
Robert Mapplethorpe fue uno de los fotógrafos más polémicos de la última mitad del siglo XX. Su carrera se consagró en la década del ’80, con un largo y controvertido portfolio de fotos compuesto por retratos de flores, desnudos, algunos de un alto contenido erótico, que fueron calificados de pornografía por lo más pacato de la sociedad norteamericana, ya que Mapplethorpe se atrevió a mostrar la cara artística de las facetas más oscuras y menos exploradas de la sexualidad humana. Además fotografió a una lista interminable de artistas y famosos, pero Patti fue siempre su musa.
“Éramos unos niños”, además de contar el inicio de las carreras de ambos, es también un fiel reflejo de ese fascinante mundo neoyorquino de personajes errantes, artistas, intelectu
ales y jóvenes que buscaban hacer escuchar su voz. Patti nos cuenta los encuentros con Andy Warhol y su trouppe de la Factory y los escritores beat William Burrought y Allen Ginsberg; también anécdotas durante la estadía en el mítico hotel Chelsea donde desfilaban figuras como Jimi Hendrix y Janis Joplin.
Pero el verdadero corazón del libro se centra en Patti y Robert, la conexión entre dos seres humanos tan iguales como disímiles, que tomaron las palabras “pase lo que pase” al pie de la letra. Por esta y muchas otra razones, este emotivo libro es una lectura obligada para los amantes del rock, del arte y de ese fascinante período de finales de los ’60 y comienzo de los ’70, donde nada parecía imposible.
Ya en las primeras líneas del libro, Patti nos conquista con unas bellas palabras, en oda a su viejo amigo, que rápidamente nos hacen conscientes de que nos sumergimos en un libro inolvidable:

“Muchas cosas se han dicho acerca de Robert, y se dirán muchas más. Los chicos adoptarán sus andares. Las chicas se pondrán vestidos blancos y llorarán la pérdida de sus rizos. Lo condenarán y lo adorarán. Censurarán e idealizarán sus excesos. Al final, la verdad se hallará en su obra, la esencia corpórea del artista. No se deteriorará. El hombre no puede juzgarla. Porque el arte alude a Dios y, en última instancia, le pertenece”.

Laura

“Close my eyes, it’s three in the afternoon.
Then I realize that she’s really gone for good…”
Rolling Stones

Ya habían almorzado. Hacía una hora que se habían acostado a dormir una siesta. Laura no se había dormido, no estaba en sus planes, sólo se quedó a mirarlo a Daniel, que roncaba como si un león rugiera de furia. Estaba cansada de escucharlo de roncar, y de sus malos chistes, de sus herméticos horarios, y de cómo el sexo se había convertido en una rutina sin sentido.
Allí estaba, añorando un cambio es su vida, sintiéndose estancada en una relación que tenía asegurado un futuro monótono, junto a un hombre sin ambiciones ni sueños mas allá de un televisor de 29 pulgadas.
¿Alguna vez estuvo enamorada de él? Siempre se lo preguntó. Intentó experimentar la convivencia, quizás así el amor nacía de una vez. Había pasado ya tantas alegrías y desdichas a causa de muchos amantes, desde muy temprana edad, que a los 23 años ya sentía que algo dentro le decía que era hora de sentar cabeza, de vivir más el día y dejar la noche. Una buena relación necesitaba para encarrilar su vida pero terminó siendo lo que la hacía caerse en un pozo sin fondo, cada vez más y más hundida con el pasar de los días.
Su vida fue siempre así, con proyectos prometedores pero nunca concluidos. Intentó Letras, pero se dio cuenta que lo que realmente le gustaba era leer mucho y sin complicaciones; luego Psicología pero lo mas conveniente era un analista. Entonces simplemente desistió estudiar, consiguió un trabajo administrativo con una agencia de publicidad que le dejó suficiente dinero para literatura y noche, y en sus ratos libres se dedicaría a la fotografía. Su más reciente proyecto, el concubinato, parecía tampoco dar frutos para ella.
Quizás una relación formal no era para ella ¿Pero para que preocuparse por eso ahora? Tenía que pensar en ella, en su vida, en sus planes. Pronto vendría la exposición de sus fotos en una galería y sería su oportunidad para demostrarle a todos cuanto estuvo progresando.
Daba vueltas en su cabeza tratando de hallar alguna respuesta ¿Quedarse o huir? Daniel no tenía la culpa de su inseguridad e inmadurez y no lo quería hacer sufrir, pero seguir así no sería justo para ninguno de los dos. Quería que pensar con lógica y tratar de proyectar a futuro, quedarse allí era quizás lo más correcto pero la valija ya estaba hecha.
Escribió unas pocas palabras en un papel y lo dejó sobre la mesa de luz para que él lo vea cuando despertara. Tomó la valija y se fue, sin hacer ningún ruido que fuera a arruinar el descanso de Daniel.
Se fui caminando, arrastrando la valija que estaba muy pesada. El trayecto era largo pero así tenía tiempo para pensar y reflexionar. Le hubiera gustado arrepentirse y volver, pero cuanto mas caminaba y se alejaba, mejor se sentía.
Finalmente llegó a su refugio. Dejo la valija a su lado, suspiró y tocó el timbre. A los pocos segundos la puerta se abre y la mujer, de unos 50 años, la mira y le sonríe, sabía que ese momento llegaría en cualquier momento.
- Hola mamá.
No hubo que explicar demasiado, no hacía falta. Ya había vuelto a su lugar de origen y solo quería descansar en la cama que tanto extrañaba, mientras pensaba si Daniel ya se habría despertado y si ya habría leído sus líneas: “Espero que tengas la buena vida que yo no te puedo dar”.

2008

El diario íntimo de Juan

Domingo 2 de Septiembre
Hoy nos levantamos muy temprano, mamá quería que estemos listos y arreglados para ir a misa y darle gracias a Dios por todo lo que nos da. Hasta quiso que me ponga corbata y todo. Yo le digo que sí a mamá, así esta contenta, yo quiero que ella esté contenta. Cuando estábamos subiendo al auto papá me da las llaves y me dice “ya tenés 17, sos un hombre, manejá”. Me sentí tan feliz, papá dándome la autorización para manejar. Igual se sentó en el copiloto mientras observaba detenidamente si yo hacía todo lo correcto. En cuanto llegamos a la Iglesia me hizo una sonrisa de aprobación, como que había pasado la prueba. Papá es muy exigente, el verdadero líder de la familia, y yo quiero que esté orgulloso de mi.
Cuando entramos a la iglesia y saludamos al Padre que estaba en la puerta recibiendo a los feligreses, encontramos a la familia Ruiz Díaz. Son conocidos de muchos años de mis padres y nos sentamos junto a ellos. Papá y el señor Ruiz Díaz conversaban de la creciente inseguridad de estos días y cómo hacía falta una buena mano dura para terminar con todo, mientras mamá y la señora Ruiz Díaz debatían a cerca de la mejor receta para prepara un Lemon Pie. Los Ruiz Díaz son una familia muy respetada y tradicional y por eso mis padres encuentran tan necesario hacer sociales con ellos. Yo estaba sentado junto a Lucía, la hija de ellos. Tiene 15 años y todos los chicos del colegio están calientes con ella, sin embargo ella no les hace caso a ninguno excepto a mí. Es muy linda y simpática pero por alguna razón no me interesa. Papá me dice que sea hombre y que la invite a salir, y lo haría pero no me vuelve loco hacerlo. Quizás debería, para que papá esté conforme, sobre todo porque nunca llevé ninguna novia a casa.


Miércoles 5 de Septiembre
Santiago es mi mejor amigo, me divierto mucho con él. Hoy me convenció de ratearno del colegio. Si mis padres se llegan a enterar me matarían pero la pasamos tan bien que no me importaría. Caminamos y conversamos mucho. Santiago es genial en todo lo que hace, le importa poco lo que la gente piense de él. Se pelea con profesores, dice lo que piensa (me gustaría ser más como él). Además es super fachero y las chicas se mueren por él. Me dice que no sea boludo y que me lance con Lucía: “No hace falta que te cases ni nada, acostate con ella y a otra cosa”. Pero creo que no sería capaz de hacerlo, especialmente porque Lucía no me gusta.
De repente se puso muy serio y me contó muchas cosas que le estaban pasando: problemas en su casa porque dijo que no quiere ser contador como su papá y su hermano, que estaba harto del colegio, de que siempre lo vean como una rata (eso me dolió mucho, me gustaría saber quiénes son los que le dicen “rata” y matarlos). También me confesó que tiene muchas ganas de irse de la ciudad, que le gustaría irse lejos donde nadie lo conociera. Fue completamente honesto conmigo.
Me encanta que sea honesto conmigo.


Viernes 7 de Septiembre
Llame a Lucía y la invite a salir. Mis padres se pusieron muy contentos, por primera vez salía con una chica y, encima, se trataba de una Ruiz Díaz. Papá me prestó el auto y me dio suficiente plata para que la lleve a algún lugar elegante para comer. Mamá me decía una y otra vez que sea caballero y la trate como una reina. No vaya a ser que surja algún problema, la relación de ambas familias estaban en juego. “Dios no lo permita” repetía todo el tiempo.
Primero fuimos al cine y vimos esa película malísima de una chica que se enamora de un vampiro. Me aburrí muchísimo pero ella salió encantada, tenía muchas ganas de ver la película porque había leído el libro. Me agradeció de haberla llevado a verla y me dio un beso en la mejilla que debería haberme provocado algo pero no sentí nada, simplemente le regalé la mejor sonrisa que podía.
Después fuimos a comer. Lucía habla mucho, de nada que realmente valga la pena destacar. Volvió a sacar el tema de la película que habíamos visto y de cómo le había gustado el libro, que lo había leído en un fin de semana. Le conté que algo parecido me había pasado con un libro de Murakami, pero cuando me dijo “¿qué Murakami?” decidí cambiar el rumbo de la conversación.
Cuando terminamos de comer la llevé hasta su casa, la acompañé hasta la puerta y sentí que tenía la obligación de besarla. Entonces lo hice y me sentí como un enorme iceberg vació de total sentimiento. Ella, sin embargo, me abrazó fuerte y me dijo que la llamara. Le dije que lo iba a hacer, aunque, en realidad, no quería verla más.
Cuando llegué a casa llamé a Santiago para contarle todo. La conversación se puede resumir así:
- La llevé al cine y después a comer.
- ¿Te acostaste con ella?
- No.
- Sos un boludo.


Domingo 9 de Septiembre
Mamá me despertó para ir a Misa. Le dije (mentí) que estaba muy descompuesto y que no me sentía bien para salir. Me dijo que no había problema, que me quedara en la cama. Cuando escuché el auto arrancar y alejarse me sentí en libertad. Me puse a leer un libro de Capote, que Santiago me había regalado, pero no me podía concentrar en la lectura, tenía muchas cosas en la cabeza. Sentía una terrible obligación de llamar a Lucía porque le había prometido que así lo iba a hacer. Me gustaría ser más decidido y hablar con ella y decirle que no me interesa. Pero ¿qué diría papá? ¿Qué pensaría de mí? No quiero causarle disgusto, ni a él ni a mamá. Además para ellos es muy importante tener una buena relación con los Ruiz Díaz ¿Y qué pensarían ellos de mí? Sería el infeliz que jugó con los sentimientos de su hija. Debería llamarla para invitarla a salir otra vez, pero preferiría llamar a Santiago. Veo por la ventana y parece que va a ser una hermosa tarde soleada y me encantaría disfrutarla con él.
Él sí me entiende, le importa como soy, no es hipócrita como todo el resto. Imaginaba escapándome con él, lejos de todo y de todos.
Hay tantas cosas que quisiera decirle, que siento.

Lunes 10 de Septiembre
Anoche me desperté de golpe a las tres de la madrugada y no me podía dormir. No dejaba de pensar en Santiago. En todo ÉL. Su sonrisa, sus ojos, su mechón de pelo que siempre le cae en la cara y él se tira hacia atrás. Quería que estuviese conmigo, acostado en mi cama a mi lado. Abrazarlo, besarlo… Casi sin darme cuenta mi mano ya estaba en mi pija y no me podía detener. Santiago. Santiago. Santiago. Santiago. Santiago…
Acabé con tanta fuerza que me dolía hasta el alma. Lloré mucho. Nunca me había sentido tan solo en mi vida. Mi pecho parece estallar en dudas, incertidumbre, bronca, tantos sentimientos y que no sé como curar. Si es que se curan.

Martes 11 de Septiembre
Llamé a Lucía igual. Esta tarde la voy a buscar al instituto de inglés y la voy a llevar a tomar helado. Quizás hasta me acueste con ella y todo si se me da la oportunidad. Lucia mi novia, Santiago mi mejor amigo, mi hermano. Esta bien que haga las cosas así, tengo que borrar todo lo que pasó la otra noche como si nunca hubiera pasado, por eso arranqué la hoja de lo que había escrito ayer y la destruí. Lo correcto es esto y no lo otro, como mamá y papá quiera. Dios no lo permita…

30 de mayo de 2010

martes, 28 de diciembre de 2010

Hogar, dulce hogar

Así de la nada, Roberto comenzó a estar extraño. No lograba entenderlo, siempre creí que éramos muy felices. Desde que nos casamos, hace ya cinco años, las cosas nos fueron saliendo tan bien. A él lo ascendieron a gerente en la empresa, pudimos comprarnos la casa con patio como siempre quisimos, conseguimos una excelente niñera para el nene y un buen servicio doméstico. Mi trabajo administrando la casa ha sido excepcional y siempre lo atendí como un rey. Nuestras vacaciones a España e Italia fueron inolvidables y lo mas seguro es que las repitamos. Pero ahora ya no estoy tan segura, él esta tan distante, habla tan poco. No puedo encontrar la explicación ¿hice algo malo? Por favor decime, necesito saberlo… pero hace tanto tiempo que te veo así… no, no puedo ignorarlo… pero dejame ayudarte.

Tiene una amante. Ya estoy segura. Por eso esa indiferencia, por eso no quiere hacer el amor y me dice que está cansado. Me desviví por él, le di mi vida. Lo amo tanto… No puedo decir que no nos cuida, a mí y al nene, y sé que trabaja mucho para mantener este nivel de vida a la que tanto me acostumbré. Pero yo siempre me mostré sumamente agradecida a él ¿qué hice mal? Esos llamados que recibe de noche, o esas veces que yo atiendo el teléfono y escucho que cortan. Es ella. Seguro que es mas joven, mucho mas linda. Yo hice lo posible para mantenerme, pero después del embarazo el cuerpo de una ya no es el mismo. Decime la verdad por favor, tenes una amante… No te creo… Entonces ¡¿por qué actuás así?!... Siempre me decís lo mismo, que estas cansado… yo me siento abandonada, vos ya no sos el mismo… ¡Dejá de decirme que me tranquilice!... No se si con ir a Francia se arregla.

Roberto esta triste. Los llamados cesaron y ya no tiene esas reuniones de trabajo nocturnas, que lo tenían afuera de casa tanto tiempo y de las que yo siempre sospeché ¿Habrán terminado? Quizás él ya comprendió que lo que hizo esta mal, que este es su hogar y que yo soy su mujer. Además yo descubrí quien es ella y en donde vive. Los hombres no son precavidos. Le revisé toda la agenda, cada una de las páginas. Y yo conozco a todas las personas que él tiene en su agenda, menos a esa mujer, Noemí. No cabía duda, era ella. Fui a la casa, quería conocer a la chirusa y decirle en la cara que ninguna puta va a destruir nuestra familia. Pero no estaba, el portero del edificio me dijo que hacía tiempo que no sabían de ella, nunca mas había vuelto. Me dijo donde trabajaba, como recepcionista en un buffet de abogados. Fui y me dijeron que ella ya no trabajaba mas allí, que un buen día dejó de ir y nunca mas la pudieron ubicar. Ya me sentía mas confundida que antes, probablemente ella se fue y Roberto quedó mal por eso ¿Acaso estaba enamorado de ella y ahora la extraña? Me siento frustrada, nunca me había sentido así. Pero voy a tratar de estar bien para Roberto (y para que los vecinos no hablen y crean que tenemos problemas), no quiero que él me vea mal. Entonces le voy a acomodar el placard, yo se que eso a él le gusta, cuando le organizo las camisas y las corbatas según el color. Los zapatos por acá, las medias en este cajón, el arma ¿Qué hace acá? Yo siempre le dije a Roberto que no quería un arma en la casa pero el me dice que estos son tiempos de mucha inseguridad y que nunca se sabe cuando se pueden a meter a la casa a robar y que lo mejor es estar preparado. Hace un año que la tenemos, pero nunca se usó. Sin embargo estaba cargada y fuera de su lugar. La volví a poner donde iba, en un cajón cerrado con llave para que el nene no la vaya a encontrar. Pero ¿Por qué esta cargada? En la caja de las balas faltaban dos, una en el arma ¿y la otra? No puedo pensar con el volumen del televisor tan alto. Se encontró muerta a una chica de 25 años a orillas del río. Según las pericias, el cuerpo presentaba una herida de bala en la cabeza y, al parecer, ya llevaba muerta más de dos semanas. La mujer fue identificada como Noemí González.

Juramos ante Dios fidelidad eterna y acompañarnos en las buenas y en las malas. Por eso su secreto esta a salvo. Porque el demostró que su familia es lo mas importante, estar con su hijo y conmigo. Conmigo, su esposa, hasta que la muerte nos separe. Porque todo lo que hace lo hace por nosotros. Y esto lo hizo por mí, porque me ama. Yo sé que él me ama.


2008

lunes, 27 de diciembre de 2010

Atom Heart Mother de Pink Floyd

Para el año 1970 Pink Floyd lanza su quinto disco, con el que buscaban abandonar un poco el rock psicodélico que tanto los identificaba (especialmente el de la época de Syd Barrett), para pasar a un sonido mas progresivo y sinfónico. El disco se llamó “Atom Heart Mother”, favorito de muchos fans de la banda, que lo llamaban generalmente “el de la vaca”, en clara referencia a la tapa del album.
El disco se compone de solo cinco temas. El primero, que le da nombre a la placa, es una gran suite instrumental de 20 minutos y se compone de seis partes: “Father's Shout”, “Breast Milky”, “Mother Fore”, “Funky Dung”, “Mind Your Throats Please” y “Remergence”. Esta suite (que comenzó como una serie de sonidos improvisados) iba a llamarse "The Amazing Pudding", pero nadie parecía estar de acuerdo con ese título. Entonces sucedió: un día Nick Mason leyó la noticia de una mujer embarazada que había sido operada para instalarle un marcapasos. La nota se titulaba “Madre de corazón atómico” y de ésta manera la suite consiguió un nuevo nombre.
El disco continúa con “If”, la mas sencilla del album e interpretada por Roger Waters. Luego “Summer 68”, compuesta por el tecladista Richard Wright. “Fat old sun” es el lucimiento total de David Gilmour. El disco finaliza con otra suite: "Alan's Psychedelic Breakfast", donde se mezclan pasajes sonoros con sonidos de desayuno que fueron grabados en la cocina de Mason y se divide en tres partes: “Rise and Shine”, “Sunny Side Up” y “Morning Glory”.
En cuanto al diseño de tapa, la banda quería una imagen terrenal y totalmente anti-psicodélica y una vaca era lo que más adaptaba a esas descripciones.
Un disco recomendado, en especial para quienes solo conocen a Pink Floyd por “Dark Side of the Moon” o “The Wall”. En cuanto a aquellos floydianos de la vida les pregunto (y me pregunto) ¿no estaría bueno volver a escucharlo?

7 de abril de 2009 (publicado en bestiario-rock.blogspot.com)

Amanecer de una noche confusa

"De pronto me vi, como un perro de nadie,
ladrando, a las puertas del cielo"
Joaquín Sabina

Liliana no podía abrir los ojos, los sentía irritados. Su cabello con olor a humo de cigarrillo le tapaba la cara y llevo lentamente su mano para correrlo. Entonces finalmente pudo abrir los ojos y percibir que esa no era su habitación, que esa no era su cama, que esa almohada con restos de delineador y sombra tampoco era de ella, ni siquiera el hombre a su lado era de ella. Ya no. Ya hacía un par de meses que no lo era ¿por qué estaba allí entonces? Su cabeza le dolía mucho, le explotaba, y le dolía aún más cuando trataba de recordar qué pasó la noche anterior. Su ultimo recuerdo (muy difuso) era “te extraño”, “otra oportunidad” y un par de lágrimas, en medio de un montón de gente que bailaba sosteniendo su vaso de cerveza fuertemente como si fuera un trofeo.
Ya era lunes, 7 de la mañana y ya llegaba tarde para rendir un parcial (igual no había estudiado). Sabía que no tendría que haber salido un domingo, mucho menos haber tomado. No estaba acostumbrada a tomar, jamás. Pero la fiesta estaba prometedora, especialmente porque Gustavo iba a estar allí. Pero ya estaba en ese lugar, en esa cama y con esa persona ¿por qué no quedarse? Se preguntó. Por algo el destino la llevó, una vez más, a ese lugar. Entonces comenzaba a sentirse un poco feliz, mientras lo miraba tiernamente como dormía a pesar que un pequeño rastro de baba caía por esa boca que durante tanto tiempo besó con ternura.
Esperaría que se despertase, se levantarían y se prometerían que harían lo posible para que su relación vuelva a funcionar. Luego el la acompañaría a la facultad y haría planes para la noche. Iría a comer a su restaurante favorito. Todo volvería a ser perfecto. Se sentía muy emocionada, ya no tenía ese nudo en la panza que no la dejaba vivir.
Gustavo empezó a moverse lentamente y ella temblaba de la emoción. Él abrió sus ojos, se agarró la cabeza y la miró, sonriente y con los ojos brillando como dos diamantes. Ella esperaba la misma reacción en él. Y esperaba. Y esperaba. Hasta que Gustavo se dispuso a hablar. Abrió la boca, las palabras salieron. Liliana ya se estaba anticipando a lo que diría, de hecho es como si ya lo hubiera escuchado. Pero como una metamorfosis, “Hola mi amor” pasó a “¿Todavía seguís acá?”. Era un chiste, tenía que ser un chiste. Pero el chiste era ella, el chiste era toda su existencia. Comprendió que ahora era de esas minas que tienen sexo casual con sus ex. Formaba parte de ese grupo, pero de la peor mitad. De las que creían que la relación todavía podía rescatarse. De las que extrañan pero no son extrañadas. Boluda. No dijo nada, no pronunció una palabra. Quería vestirse y salir de allí pero antes debía buscar su ropa. El vestido en el suelo, las sandalias en la puerta, el corpiño bajo la cama, la bombacha… ¿dónde? ¿Dónde esta el calzón? ¡¿Dónde está el calzón?! No quería preguntarle, no quería ni mirarlo. Sentía bronca y vergüenza, tanto que se iría sin calzón ¿Quién la manda a ponerse vestido?
Terminó de vestirse, y se fue, dando un portazo y sin decir nada. Una vez afuera se quedó diez segundo en la puerta, esperando que quizás él saliera, arrepentido, enamorado, añorando que ella regresara. Esperó los diez segundos. Transcurrieron los diez segundo. Terminaron los diez segundo. Nada ocurrió. Siguió caminando, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no llorar. A una cuadra venía un taxi, entonces apuro el paso lo más que pudo y hasta donde sus sandalias se lo permitían, haciéndole seña al taxista para que pare. Pero la vereda, de baldosas rotas, le jugó una mala pasada. Su taco se quebró y cayó al suelo, haciendo que su vestido se subiera. Se levantó de golpe y subió al auto mientras su chofer de turno hacía lo imposible para no demostrar que había visto todo el espectáculo.
Liliana dejó escapar una lágrima. Solo una, como un pequeño descargo. Dejar de existir sería tan buena solución, pero tenía muchas cosas por vivir todavía (aunque no la recordaba) a pesar de su maquillaje corrido, su pelo desarreglado, su taco roto, su parcial aplazado y su bombacha perdida.

13 de julio de 2008

Pandemonium

El terror abunda en la comunidad. Nadie sabe a donde escapar y nadie puede salvarse, todos son victimas. Cualquiera puede ser sospechoso y mejor prevenir, hay que salvar el propio pellejo. Nada más importa. La información viaja por el aire y cae en los oídos, en los ojos y en la mente de cada persona de la Tierra y el terror crece y no hay donde escapar. Pero lo mejor es esperar, esperar y ver que dicen. Nadie parpadea. Cajas bobas, chicas y grandes, dicen lo que pasa y lo que hay que hacer. La verdad es absoluta y nadie la discute, solo obedecen porque el final parece esta cerca. De a poco van cayendo, los números se duplican, se triplican. La información corre cada vez más rápido. Hay que quedarse en casa y no salir, pero no es suficiente. Nada es suficiente, el virus puede atravesar puertas, paredes, puede subir alturas incalculables, esta en los lugares menos imaginable y de todas las formas y colores. Nadie quiere salir de sus hogares por miedo de la enfermedad pero no se da cuenta que ya esta dentro, delante de sus narices, y que poco a poco esta atacando. Porque el virus parece indefenso, a simple vista, pero no lo es. Los remedios no sirven, los barbijos son inservibles y no hay producto de limpieza que mate a las bacterias.
No hay salida, ya todos están infectados y la cura no es suficiente. La cura no existe, el virus llegó para quedarse y nunca más irse. Todos están enfermos sin saber que la única cura posible era desenchufar. Todos están infectados con Información y ya no hay salvación. Fin


2 de julio de 2009

El club de fans

La noche esta agitada. La banda en un su esplendor toca sin parar y el publico demuestra su entusiasmo en cada canción, el alcohol ayuda un poco más. El grupo del momento y los fans del momento logran el climax de su química. Una buena parte del público femenino trata de estar bien adelante y no perderse ningún detalle. Cantan, gritan, se agitan en sus jeans ajustados, polleras cortas, escotes profundos y hombros al descubierto.
La ultima canción, saludo final. “¡Una más…!” pero el show ya ha terminado. La banda baja del escenario con aires de grandeza porque saben que lo lograron una vez más, en nombre del Rock & Roll aunque lo están destruyendo. Esa noche son los mejores que existen y nadie puede decir lo contrario.
Rápidamente varios grupos de jovencitas hiper excitadas corren a tratar de alcanzar a sus ídolos hasta pegar sus narices al enrejado donde solo pueden pasar organizadores y personas con credencial de prensa. Gritan los nombres de cualquiera de los miembros del grupo, cualquiera que se acerque esta bien. Y así cualquiera con la cabeza más alta que nunca se aproxima hacia ellas. “Los seguimos desde siempre”, con cara tierna y una entrega total de cuerpo y alma. Saludo, beso, si es posible abrazo, autógrafo y “¡Por favor! ¿Te sacas una foto conmigo?”. Clic y una imagen que va a durar toda la vida. Quizás para un año después la banda no exista mas y solo quedará el recuerdo de haber plasmado en una foto el cruce con su ídolo de ese día. Ahora la foto vale oro y eso es lo que importa.
Luego de socializar con el ídolo, algunas se vuelven a casa con su foto, otras, las de escotes profundos, logran atravesar el enrejado y obtienen la victoria. Solo queda una cosa más para hacer la noche perfecta. El backstage se llena de ansiedad. Ya lograron conocer a todos los miembros de la banda. Alcohol y otras yerbas y manos cada vez más inquietas. Todos obtienen lo que querían. La fama y la adoración. La foto y el polvo.

13 de enero de 2008

Eclipse

Ese lunes María estaba recostada en su cama y necesitaba con urgencia recordar algún un momento feliz. Quería olvidarse de los estudios que se había tenido que hacer y de esa mancha oscura en su cabeza que según el medico avanzaba y que difícilmente podría detener. De golpe tuvo miedo de no acordarse de ningún momento feliz de su vida porque la mancha negra crecía y arrasaba con todos los recuerdos de su cabeza.
Mientras escuchaba “You Go To My Head” por Rod Stewart recordó cuando escucho ese tema con Esteban. Habían hecho el amor y se quedaron oyendo esa bella melodía, abrazados, desnudos, sintiendo la piel del otro, con sus piernas entrelazadas y destapados esa noche calurosa de enero. María recordó cuanto lo amaba, lo feliz que había sido con él por cinco años hasta que las ambiciones de ambos los distanciaron (aunque a veces dudaba si no fueron las ambiciones de ella misma). Había sido su mejor amante y también su mejor amigo, alguien en quien siempre pudo confiar y además de quien siempre recibía palabras esperanzadoras, que todo iba a estar bien. Realmente su presencia le haría muy bien ahora que se le presentaba lo más difícil de su vida a pesar que ya nada se podría evitar.
Ya había pasado un año de la última vez que lo había visto a Esteban, cuando Maria se fue de Entre Ríos para comenzar una nueva vida. Esteban la fue a despedir a la Terminal, a pesar que ya hacia un tiempo que habían terminado. Se habían dado un fuerte y último abrazo. Él fue lo más importante que tuvo y se preguntaba si ella había representado lo mismo para él, pero una de las lecciones mas importantes de su vida era que los hombres eran los mas difícil de descifrar.
Mientras miraba algunas viejas fotos con Esteban, encontró otras con su mejor amiga, Mariana. La extrañaba mucho. Pensó que tendría que haberla llamado, aunque sea para preguntarle como esta. Hacia 20 años que eran amigas, a pesar que durante en el ultimo tiempo la relación empezó a cambiar. Cada vez tenían menos en común, pero la comunicación seguía. Pensó que quizás ya no la volvería a ver.
No quería morir, todavía le quedaban muchas cosas por hacer. Todavía le costaba creer que iba a dejar de existir. Que no vería más a sus padres, sus amigos, a Esteban. Que no conocería París. Que no se casaría ni tendría hijos.
De repente entendió todo y sintió una angustia muy grande. Sus palpitaciones iban cada vez más fuerte, como si su corazón quisiera salir de su pecho. Empezó a temblar y un extraño escalofrío pasaba por su cuerpo. En ese instante entendió todo lo que iría a pasar. La lagrimas comenzaron a corres por su rostro con cada vez mas intensidad, al igual que su respiración. Pensaba todo lo que estaba por perder y su llanto se acrecentaba. Comenzó a gritar con violencia. Los gritos eran de desesperación, de terror a la incertidumbre que le producía saber iría a morir. Gritaba y se agarraba la cabeza, se revolcaba en su cama tratando de encontrar alguna salida. Algo o alguien que la rescate pero no había nada.
De a poco dejo de gritar. Su llanto iba cesando. Su respiración se normalizaba. Y así, con una extraña calma, cerro sus ojos y se durmió.
Se vio a si misma en un vestido blanco, en el medio de un campo, verde y hermoso. El sol brillaba con ímpetu. Maria miro a su alrededor y solo veía un descampado y un horizonte sin fin. Comenzó a correr, rápido, como queriendo llegar a algún lado. Corría y corría, sus piernas se movían con velocidad. Sentía cansancio pero no quería detenerse. De golpe la luz del sol comenzaba a apagarse, poco a poco. La oscuridad iba invadiendo y Maria empezó a asustarse. Corría cada vez menos, le faltaba el aliento. Dejo caer su cuerpo de rodillas y sentía el pasto frío en sus piernas. Se echo para atrás, rendida, esperando su destino.
El despertador sonó. Maria estaba aturdida con ese ruido que le parecían miles de despertadores y campanas que sonaban juntos. El ruido iba disminuyendo y ella se iba despertando. Por un instante no se acordaba de quien era, de donde estaba. Se pregunto si ya estaría muerta, pero comprobó que no. De a poco se iba levantando. Su cabeza explotaba de dolor y sentía sus ojos hinchados de tanto llorar
Eran las 7 y media y ya se le hacia tarde para ir al trabajo. Decidió no ir, no quiso seguir perdiendo el tiempo. A su vida le quedaban pocos días y quería sentir libertad. Abrió su placard y saco un bolso. Le puso algo de ropa adentro, no mucha porque no quería cargar con nada pesado. Se vistió, se puso una remera sencilla, un jean y unas sandalias negras que estaban abandonadas en el fondo del placard. Cargó el bolso a su hombro. Pensó en llevar su celular pero se arrepintió y lo dejo sobre la cama. Hizo una última mirada a su departamento y se fue, sin cerrar con llave.
Bajo por el ascensor decidida como nunca antes. Llegó a planta baja subió a su auto y empezó a manejar sin rumbo. Ya no había lugar para llorar, eso también sería una perdida de tiempo. Su vida había sido eclipsada de la misma forma que lo fue el sol en su sueño y pensó en todo lo que vio, probo, sintió, amó, odió, desconfió, hizo, dijo, conoció y luchó. María estaba orgullosa de haberlo vivido.

2007