viernes, 30 de diciembre de 2011

Mejor hablemos de ciertas cosas

Acá nomás, cruzando el charco, en la tierra de José Artigas, Eduardo Galeano y Canario Luna, se dio un enorme paso en materia derechos civiles: la Cámara de Senadores uruguaya, en su última sesión del año, dio media sanción al proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva que despenaliza el aborto en las primeras doce semanas de gestación.

El proyecto fue aprobado por 17 votos de 31 y establece que “toda mujer mayor de edad tiene derecho a decidir la interrupción voluntaria de su embarazo durante las primeras doce semanas del proceso gestacional”, y obliga a todos los centros de salud, públicos y privados, a realizar su práctica.

Esta aprobación tuvo un respaldo total de la banca oficialista del Frente Amplio, y el presidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, ya adelantó que, una vez aprobado el proyecto en la Cámara de Diputados, no rechazará la promulgación del proyecto de ley, contrariamente a lo que hizo el ex mandatario Tabaré Vázquez en 2008, quien vetó el capítulo que incluía la despenalización del aborto por “razones filosóficas y biológicas”. Además, encuestas han dado a conocer que alrededor del 63 por ciento de la población de Uruguay está a favor de la legalización del aborto.

Mientras tanto, en Argentina continúa la espera por una ley que regule el aborto legal, seguro y gratuito. A comienzos del mes de noviembre, la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados había aprobado el proyecto pero, por falta de firmas, no se logró el dictamen y el debate debió interrumpirse.

El tiempo pasa y la mortalidad femenina por la práctica de abortos clandestinos continúa siendo una realidad que se puede suprimir y las víctimas, mujeres de los sectores sociales más desfavorecidos, continúan siendo anónimas y olvidadas. El debate es urgente, seguir posponiendo una legislación efectiva para que cada mujer tenga una decisión plena sobre su cuerpo es esconder la mugre debajo de la alfombra y no asumir una realidad palpable, en el día a día y desde hace generaciones.

La elección de ser madre tiene ser, justamente, eso, una elección y no una imposición de ciertas convenciones sociales que establecen que “toda mujer debe ser madre”. Se puede tomar el camino de Maru Botana, quien acaba de anunciar su octavo y felíz embarazo, o el camino contrario si es que una lo desea tomar. La elección es de cada mujer y la obligación de protegerla es del Estado; mientras el aborto siga oculto en la clandestinidad, un importante y necesario derecho sigue sin ver la luz.

Nota publicada en Babel Digital (29 de diciembre de 2011)

Recuerdos

“Porque en la selva, se escuchan tiros;
son las almas de los pobres, son los gritos del latino...”
Las Manos de Filippi.

Tenía 13 años cuando me levanté un miércoles 19 de diciembre, no muy temprano porque ya estaba de vacaciones del colegio, y mi mamá me decía que estaban saqueando los supermercados. Para ese día, la sobredosis de TV no tenía límites, ni tampoco el pánico. Recuerdo sentir miedo al salir al balcón de mi casa y ver a mucha gente pasando por la calle con changuitos de supermercados repletos de mercadería, luego ver esa misma imagen por televisión reproducida miles de veces y en distintos lugares del país. También recuerdo sentir miedo al ver la tristeza en la mirada de mis padres; sabía que tiempos difíciles estaban llegando.

“Crisis” se escuchaba y leía constantemente por los distintos medios. Yo entendía poco del contexto político del país en ese momento, pero no necesitaba mucho para percibir esas miradas desesperadas que con furia, hastío y, por sobre todas las cosas, hambre, tomaban los supermercados y arrasaban con todo a su paso.

Ya no había nada qué perder. El país había dicho “basta”, el país tenía hambre, y cuando tenés hambre y tus hijos también la tienen, es difícil pensar fríamente. La mierda había colapsado después de años de vivir en un mundo de fantasía llamado Primer Mundo.

La violencia terminó por instalarse definitivamente, Estado de sitio decidió el Gobierno Nacional y el pánico se incrementó. Para el 20 de diciembre, el entonces Presidente Fernando De La Rúa renuncia a su mandato y la imagen del helicóptero despegando del techo de la Casa Rosada aumenta la incertidumbre sobre el futuro. Para los días que siguieron, el “que se vayan todos”, salido de las venas abiertas de millones de argentinos hartos de corrupción, eran las palabras que sonaban una y otra vez.

Para el 24 de diciembre de 2001 no hubo Noche Buena, no había nada por qué festejar. Argentina sufría ciudadanos muertos, un desfile de presidentes, una guerra de pobres contra pobres, una muerte de la creencia en la política institucional. Una década parece mucho, pero en realidad es muy poco; habíamos caído, una vez más, en un pozo sin fondo pero que de a poco logramos salir, aunque todavía quede un largo trecho.

Nota publicada en Babel Digital (18 de diciembre de 2011)

viernes, 16 de diciembre de 2011

La mujer rota

Carla Figueroa, ese es el nombre que tanto escuchamos en los últimos días en los distintos medios de comunicación, pero por una noticia más que trágica y que, tristemente, se está convirtiendo en algo cada vez más habitual. Carla tenía apenas 19 años y fue asesinada por Marcelo Tomaselli, su marido, el mismo hombre que tiempo antes la había violado y que, por un pedido de avenimiento, dos jueces de un Tribunal de La Pampa le concedieron la libertad. La pareja se casó y, ocho días después de haber salido de la cárcel, Tomaselli la mató de diez puñaladas.

El avenimiento es un acto procesal en donde las partes que se encuentran vinculadas a un proceso judicial convienen en terminar con el juicio. Sería como una reconciliación de las partes en donde la víctima “perdona” a su victimario y es por eso que esa figura legal está cada vez más cuestionada. El juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni expresó su repudio calificando al avenimiento como una “pieza arqueológica” dentro del Código Penal.

“¿Por qué el delito de violación es el único que puede tener esa excusa absolutoria? Sería más lógico que lo tuviera el robo: me llevo algo, lo devuelvo, pido perdón, en fin, arreglo la casa un mes, tiene más razón. Pero en la violación con violencia, violación propia, me parece que es una pieza arqueológica que quedó en el Código”, opinó Zaffaroni.

Por su parte, el juez de Audiencia Carlos Federico Pellegrino, quien había rechazado en primera instancia el mencionado pedido de avenimiento por parte de Tomaselli, expresó que fue quebrantada la Ley de Violencia de Género por parte de los jueces que aprobaron el perdón para el violador y luego asesino. “Entendíamos que no estaba en condiciones de igualdad: los informes psicológicos manifestaban un shock postraumático después de la situación vivida y se daba un caso de violencia de género. La Ley de Violencia de Género establece que todas estas situaciones no se pueden conciliar o mediar”, comentó Pellegrino.

La Ley 26.485 de Violencia de Género fue sancionada en 11 de marzo del 2009 y en su artículo 4 establece: “Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal”. En su artículo 6, la Ley establece que esa violencia puede ser: doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática.

En el siglo XXI, en donde estamos comunicados constantemente, en donde las nuevas tecnologías nos invaden todos los días y en donde el wifi ya casi se puede respirar, la violencia sobre las mujeres es algo que luego de millones de años de humanidad sobre la Tierra todavía no ha podido erradicarse. Si analizamos cada uno de los tipos de violencia podemos constatar que son tan dramáticos como habituales. En la violencia doméstica, donde mujeres son golpeadas, amenazadas o disminuidas a través de insultos y agresiones psicológicas.

En la laboral, donde por el simple hecho de ser mujer tenga una remuneración menor o que llegue a ser despedida en el caso de quedar embarazada; en la violencia contra la libertad reproductiva, con la falta de una Ley de legalice el aborto y que le permita a cualquier mujer tener un control absoluto sobre su cuerpo; o en la mediática, que sólo hay que tomarse unos minutos para hacer zapping y encontrar la figura de la mujer dentro de los más degradantes y sexistas estereotipos de linda y tonta.

Según un relevamiento realizado por el Observatorio de Feminicidios, que coordina la ONG La Casa del Encuentro, solamente en la primer mitad del 2011 se registraron alrededor de 150 asesinatos de mujeres, de los cuales la mayoría de los casos fueron en manos de maridos, novios o ex parejas. La Casa del Encuentro, a través de su sitio web (www.lacasadelencuentro.org), define: “El término Feminicidio es político, es la denuncia a la naturalización de la sociedad hacia la violencia sexista (…) Es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera de su propiedad”.

Jean-Michel Bouvier, padre de Cassandre, una de las turistas francesas que meses atrás fueron violadas y asesinadas en la provincia de Salta, dijo en una carta publicada en el diario francés Le Monde: “… Se apoderó de mí la idea de que los actos cometidos, primero, contra su libertad de mujer, y finalmente contra de su vida merecían una calificación específica (…) El hombre que golpeó, violó y asesinó a una mujer porque es mujer y tiene una influencia física sobre ella, debería tener un castigo similar al de un crimen contra la humanidad”.

Las palabras de Bouvier, llenas de ira y dolor, son un grito desesperado a un pedido de justicia que ya lleva demasiadas generaciones de Carlas y Cassandres olvidadas. El Código Penal Argentino merece una revisión urgente, donde esté contemplada la figura del Feminicidio y en donde el avenimiento sea aplicado en casos más coherentes ¿O a caso, luego de una violación, puede existir algún tipo de perdón?

Nota publicada en Babel Digital (15 de diciembre de 2011)